lunes, 18 de abril de 2011

Incas

Zona geográfica donde habitaban
Ubicación de los Incas
Los Incas eran grandes conquistadoras y su Imperio estaba ubicado en una gran parte de América del Sur: los actuales territorios de Perú, Ecuador, Oeste de Bolivia, Norte de Argentina, Norte de Chile y Sur de Colombia.
Dividieron su territorio en cuatro regiones desde la capital, Cuzco, para poder administrarlo mejor. Las cuatro regiones eran: Chinchasuyu, Antisuyu, Contisuyu y Collasuyu. 
A su vez, estas zonas se dividían en provincias y ciudades, compuestas por ayllus.

Vestimenta
Vestimenta de los hombres
La forma de vestir de estos indios reflejaba la clase social a la que pertenecían.
Los miembros de la realeza y de la nobleza vestían ropas lujosas, de buen material, con adornos delicados, de colores vivos con oro y piedras preciosas. Sus mantos poseían dibujos bordados.
Los incas fabricaban sus telas a partir de la lana. Los miembros del Ay llu llevaban telas de lana de alpaca, mientras que los nobles las llevaban de lana sedosa de vicuña.
Vestimenta de mujer noble

La vestimenta usada por los hombres consistía en una camisa de lana llamada yacolla, cuyo borde inferior les llegaba a la altura de las rodillas. Sobre esta camisa se colocaban un manto, el cual se sujetaba al hombro con alfileres. Llevaban una pequeña bolsa bajo el manto, colgada del hombro, donde guardaban hojas de coca para masticar y amuletos.
Las mujeres llevaban vestidos largos hasta los pies. Las del pueblo llevaban túnicas, la cual llegaban a la mitad de la pierna. Usaban el cabello suelto y largo, muchas veces ceñido con una cinta de lana de colores. Sus calzados consistían en sandalias de cuero de llama, de lana o de fibras vegetales, como el áloe. 
Algunos llevaban gorros de punta, de lana o algodón, otros su cabeza con un turbante, de diversos colores, llamado llautu
Usaban aros muy pesados que les estiraban las orejas. Los jefes militares llevaban plumas en sus cabezas.

Desarrollo tecnológico
Uno de los grandes aportes tecnológicos de los incas fue en el manejo del agua. Hacían canales de tierra que no se destruían con el agua. 
Aunque su astronomía fue imperfecta, elaboraron un calendario de doce meses lunares, con días complementarios. 
Calendario Inca

Su invento de mayor ingenio es el quipu, constituido por un cordón central, del cual salían numerosos cordones laterales. En estos últimos había una serie de nudos. Este instrumento era utilizado para memorizar cifras importantes. Los diversos trenzados y colores de los cordones indicaban distintos tipos de objetos (por ejemplo, clases de armas en un arsenal) y los nudos señalaban las cantidades de cada clase. 
Quipu
Poseían, también, grandes conocimientos de ingeniería. Esto se demuestra en el empleo de grandes piedras utilizadas en sus construcciones, las cuales eran colocadas unas junto a las otras encajando perfectamente.

Arquitectura
Piedras perfectamente alineadas
Como ya se mencionó, los Incas desarrollaron avanzadas técnicas de ingeniería y de trabajo fino de la piedra. La arquitectura desarrollada se caracteriza principalmente por la sencillez de sus formas, su solidez, su simetría y por buscar que sus construcciones armonicen el paisaje. También se usaban ladrillos de adobe y paja en las regiones costeras.
Fortaleza de Sacsayhuamán
El plano de sus ciudades estaba basado en un sistema compuesto de avenidas principales, las cuales estaban atravesadas por calles más pequeñas que se encontraban en una plaza abierta rodeada de edificios municipales y templos. 

Para la construcción de grandes monumentos (tales como la fortaleza de Sacsayhuamán, cerca de Cuzco), los materiales fueron ensamblados entre sí con una extraordinaria precisión. 
Machu Pichu
Pero sin duda, la mayor construcción de los Incas fue el Machu Pichu; uno de los más inquietantes enigmas de nuestro pasado. Esta está ubicada en la cima de un cerro cubierto de vegetación y de difícil acceso.
Su estudio ha demostrado que se está dividido en varios sectores (urbano, el agrícola, el religioso, etc.), cada uno con características arquitectónicas muy elaboradas.

Forma de escritura
Los incas se expresaban en lengua quechua. Sin embargo, no tenían por costumbre  poner por escrito sus leyendas y tradiciones.
La única forma de escritura que se les conoce es la de los quipus, muy útiles para recordar acontecimientos y para mantener los registros y la contabilidad del estado, pero no eran desde luego idóneos para escribir literatura.
Era posible lograr con ellos más de ocho millones de combinaciones gracias a la diversidad de colores de cuerdas, distancia entre cuerdas, posiciones y distintos tipos de nudos.
También solían representar objetos por medio de imágenes.

Producción literaria
La literatura de los incas  se componía exclusivamente de testimonios orales y anónimos. Tenían un carácter agrario, animista y panteísta (creencia basada en que el Universo, Dios y la naturaleza son equivalentes). Algunos de los géneros que desarrollaron, en lengua quechua, fueron el épico, el dramático y el lírico. Realizaron leyendas, mitos, fábulas y relatos. Tenían como temas las plantas, las flores y los animales, debido a sus actividades agrícolas.
Algunos ejemplos de sus producciones fueron el haylli, los cuales eran cantos épicos de triunfo. Era una expresión alegre, entusiasta que precedía el festejo de algún acontecimiento ya sea de exaltación religiosa, guerrera (que loaban el triunfo del hombre sobre la tierra y eran dedicados al dios Sol y a sus reyes como conductores de la guerra), o de cosecha (en la cual festejaban cuando la tierra daba sus frutos).
En este ejemplo de haylli guerrero, podemos ver cómo se demuestra el sentimiento de alegría, los festejos por ser vencedores y el rechazo a la derrota:

¡Oh Sol Padre mío, que dexiste aya cuzco y
tambos; sean vencedores y despojados estos
tus hijos de todas las gentes, adorote para
que sean dichosos si somos esos Incas tus
hijos, y no seamos vencidos ni despojados sino
siempre sean vencedores, pues para esto los
hiciste!

Otros fueron los harawi, que, por el contrario, eran canciones de amor y de ausencia. Expresan un sentimiento en particular; la alegría y el dolor, la gracia y la caricatura.
Este es un ejemplo de un harawi que expresa sentimientos de amor, soledad y tristeza:


Acuérdate, paloma, que juntos anduvimos;
no olvides que vivimos por el amor unidos.
Ahora me voy quedando solo, a sufrir;
tengo atadas las alas y no puedo volar
Amigos míos, venid a donde estoy, venid y desatadme las ligaduras.
Si no lográis salvarme, tened me compasión y aquí a mi lado llorad conmigo.

El wawaki era entonado en las fiestas de la luna por coros juveniles. Era una canción de tipo dialogada y los temas mas frecuentemente desarrollados en estos cantos se refieran al amor entre jóvenes, conquistas y galanterías.
El yaraví era poesía lírica de tema amatorio. Las canciones más conocidas de este estilo son "El cóndor pasa", “La Despedida”, entre otras.
El hahuay eran poemas de naturaleza triste y melancólico, y el huaino, estaba relacionado con el amor erótico. El aymoray era una poesía de inspiración rural y agrícola.
Dentro del género dramático encontramos la Leyenda de Ollantay, drama escrito originalmente en quechua clásico. Esta leyenda trata sobre el general de los ejércitos incas, Ollantay, quien es un guerrero de origen plebeyo que por sus excelentes servicios ha sido elevado a la nobleza de privilegio y al que le han concedido numerosos premios. Pero se enamora de Cusi Coyllur, hija predilecta del Inca Pachacútec, su amor prohibido, pues de acuerdo a las leyes de Imperio, nadie, salvo otro de linaje inca, puede casarse con una princesa.
No obstante, Ollantay, enceguecido por el amor, se une a Cusi Coyllur, secreto que comparte la reina madre Ccoya o Anahuarqui.
Pese a los augurios en contra que le da el Huillac Uma o sumo sacerdote, Ollantay decide pedir al Inca que apruebe formalmente su unión con Cusi Coyllur.
Pachacútec le recuerda a Ollantay su origen humilde, luego, enfurecido, lo expulsa de su presencia. Cusi Coyllur es encerrada en un calabozo de Acllahuasi o “Casa de las Vírgenes”, donde deberá remendar su falta; allí dará a luz una niña, fruto de su amor con Ollantay, a la cual llamará Ima Súmac.
Ollantay, al enterarse que Cusi Coyllur ya no está en el palacio de la reina madre, cree que ha sido asesinada y decide abandonar el Cuzco, junto con Piqui Chaqui, su confidente y servidor, no sin antes amenazar con volver y destruir la ciudad imperial. Se instala en la ciudad que lleva su nombre, Ollantaytambo, donde se atrinchera y se hace independiente, dispuesto a resistir con las armas a las huestes del Inca.
El Inca ordena a su general Rumi Ñahui que reúna fuerzas y marche a combatir a Ollantay.
Por su parte, Ollantay envía a su general Orco Huarancca quien tiende a Rumi Ñahui una emboscada en un desfiladero, derrotándolo. Diez años después el Inca Pachacútec muere sin haber conseguido su deseo de derrotar a Ollantay; le sucede su hijo Túpac Yupanqui.
Mientras tanto, en el Acllahuasi, Cusi Coyllur tiene a su favor a una de las acllas o vírgenes del Sol, Pitu Salla, pero como fiera oponente a la dura Mama Caca, la gobernanta del Acllahuasi.
No obstante haber pasado diez años de prisión, Cusi Coyllur aun conserva alguna esperanza de salir de ella. Su hija, Ima Súmac, ha sido criada por Pitu Salla como una escogida más, pero sin enterársela nada de sus padres; la niña descubrirá por casualidad a su madre, proponiéndose desde entonces ir donde el nuevo Inca a fin de pedir clemencia para ella.
Túpac Yupanqui se propone derrotar y capturar a Ollantay, para lo cual envía a Rumi Ñahui, quien le promete rehabilitarse de su anterior derrota. Esta vez Rumi Ñahui decide emplear la astucia: se presenta ante Ollantay cubierto de heridas y pretende que así lo ha tratado el nuevo Inca; de esa manera se gana su confianza y aprovechando una fiesta nocturna, abre las puertas de Ollantaytambo para dar acceso a sus tropas, las cuales, sin ninguna resistencia, logran capturar a Ollantay, a Orco Huarancca y a otros oficiales, que son llevados al Cuzco, ante la presencia de Túpac Yupanqui.
Éste pregunta a sus consejeros qué debería hacer con los rebeldes. El Huillac Uma, que siempre hace de pacificador, pide clemencia; más Rumi Ñahui pide la muerte de ellos. Túpac Yupanqui aprueba la pena capital; pero a último momento no solamente perdona a los rebeldes, sino que les confiere puestos todavía más altos. Ollantay es nombrado general mayor y lugarteniente del Inca en caso de ausencia de éste por asuntos bélicos. Orco Huarancca es nombrado jefe del Antisuyo.
Pero Ollantay tendrá otra dicha más por recibir: su reencuentro con su amada Cusi Coyllur.
Ello ocurre en efecto, gracias a la casualidad: Ima Súmac, desde su niñez valiente, ingresa al palacio imperial y se arrodilla ante la presencia del Inca, pidiéndole piedad para su madre, encadenada en lo más recóndito del Acllahuasi. Aunque por el momento no sabe de quién se trata, el Inca se interesa por el asunto y junto con Ollantay se dirige al Acllahuasi, donde encuentran a la mujer prisionera, que más que persona les parece un espectro cubierto solo por su larga cabellera. Finalmente el Inca reconoce en ella a su hermana de cuyos labios oye su penosa historia.
Entonces Túpac Yupanqui, magnánimo, la libera y allí mismo la desposa con Ollantay, terminando así, con final feliz, el drama inca.
La primera versión en castellano apareció en Lima, en 1868, publicada por José Sebastián Barranca y subtitulada a Los rigores de un padre y la generosidad de un Rey; desde entonces han aparecido distintas versiones en diversos idiomas. El Ollantay está escrito en verso y dividido en tres actos. Hay tolerancia en la medida y libertad en la rima. El verso predominante es el octosílabo que se alterna con el endecasílabo. En cuanto a la rima, prevalece la asonantada; sin embargo, hay muchos versos blancos.
Muy poca parte de este patrimonio cultural se ha conservado. Algunas muestras de poesía religiosa, narraciones y leyendas quechuas han llegado a nosotros gracias a que fueron transcritas por cronistas como Cristóbal de Molina, autor de Fábulas y ritos de los Incas (escrito por mandato del Obispo Sebastián Lartaún), Santa Cruz Pachacuti, que escribió la Relación de antigüedades deste reyno del Pirú (que recopila todas las obras producidas durante el proceso de descubrimiento y conquista de Perú, que comienza en 1532. Es un documento de excepcional valor etnológico, lingüístico e histórico. Sus 43 folios revelan la temprana existencia de una realidad indígena hispanizada capaz de crear un texto singular, fruto del aprovechamiento y reelaboración de diferentes tradiciones discursivas. Hay un discurso propio, en defensa de su identidad, de gran contenido ideológico. Todo ello dispuesto y distribuido en forma de narración y epílogo) y el inca Garcilaso de la Vega quien fue el autor de Los Comentarios Reales (obra publicada en 1609 que consta de dos partes. En esta obra, el autor pone de manifiesto su interpretación del Imperio Incaico como modelo de sociedad y gobierno paradisíaco, describe las costumbres incaicas, sus religiones, su sistema de gobierno, sus vidas, sus guerras, etc.), entre otros.
Habían dos tipos de intérpretes de la literatura de esta cultura; los amautas, quienes difundían la literatura oficial o cortesana que se expresó en el ámbito de la corte imperial. Estos eran considerados sabios o maestros y tenían la misión de mantener la tradición imperial componiendo himnos religiosos, cantos guerreros, dramas y máximas morales. Y los haravicus, que eran los intérpretes o encargados de transmitir la literatura popular, la cual estaba ligada a los sentimientos del pueblo, con sus tristezas y sentimientos propios cuando eran trasladados de un lugar a otro, con la  alegría y euforia cuando se trataba de alguna tarea agrícola, o con la dulzura y ternura en la expresión amorosa.

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